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los pacientes de cáncer pueden y deben realizar ejercicio físico. Estos son sus beneficios.

Se ha demostrado que la actividad física juega un papel preventivo en términos del riesgo de desarrollar cáncer. Pero también la actividad física está emergiendo como una importante herramienta para mejorar la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes con cáncer.

Diferentes asociaciones como la Sociedad Española de Oncología Radioterápica recomiendan la actividad física como un importante tratamiento auxiliar para romper el ciclo de fatiga que se perpetúa a sí misma. El trabajo de un equipo multidisciplinar (médicos, enfermeros, trabajadores sociales, fisioterapeutas, nutricionistas, profesionales del ejercicio y psicólogos, así como otros profesionales de la salud) es necesario para el paciente oncológico porque la fatiga muchas veces es causada por más de un problema, y también porque los pacientes necesitan la fuerza de todo este equipo multidisciplinar para ayudarlos a sobrellevar su fatiga particular.

Los efectos acumulativos de la enfermedad, su tratamiento y la reducción de la actividad física tendrán repercusiones en los sistemas musculoesquelético y cardiorrespiratorio. Por lo tanto, el paciente oncológico y el sobreviviente de cáncer descubren que las actividades diarias requieren mucho más esfuerzo y exigen mucho más que antes. Varios estudios han demostrado que el entrenamiento físico mejora la fatiga relacionada con el cáncer en pacientes adultos y sobrevivientes con el resultado de una mejor salud, bienestar y calidad de vida.

Incluso han informado que el ejercicio puede mejorar la tasa de supervivencia después del diagnóstico de cáncer de mama y cáncer de próstata. La explicación de esto podría ser un mejor transporte de oxígeno a los músculos, la dinámica cardíaca y la función muscular (es decir, mayor densidad mitocondrial, mejor vascularización de las fibras musculares, fracción de eyección cardíaca, eficiencia muscular).

Cómo afecta el ejercicio al linfedema


Los profesionales de la salud a menudo advierten a los pacientes que deben evitar el ejercicio intenso de la parte superior del cuerpo debido a la preocupación de causar linfedema, pero hasta la fecha no hay datos que respalden un vínculo entre el ejercicio de la parte superior del cuerpo y el linfedema relacionado con el cáncer de mama. De hecho, la incidencia de inflamación de las extremidades superiores del cuerpo es similar, la gravedad del linfedema autoinformado se reduce y la incidencia de exacerbaciones del linfedema es menor en pacientes con cáncer de mama que realizan entrenamiento de fuerza (incluido el entrenamiento de fuerza de la parte superior del cuerpo) en comparación con aquellas que no realiza ningún entrenamiento.

La reducción del linfedema puede deberse a varios cambios fisiológicos asociados con el ejercicio a largo plazo (es decir, aumento del flujo simpático, aumento de las contracciones musculares, aumento de la ventilación) que podrían favorecer el retorno de la linfa a la sangre y la linfangiogénesis o el reclutamiento de vasos linfáticos latentes, como posibles resultados del entrenamiento físico.


Beneficios del ejercicio en pacientes oncológicos


El ejercicio durante y después del tratamiento es una herramienta eficaz para mejorar la capacidad funcional (O2max), la fuerza, la movilidad funcional (es decir, mejorar el equilibrio reducirá el riesgo de caídas y fracturas), la fatiga, el bienestar psicológico (es decir, reducir el riesgo de ansiedad y depresión) y la calidad de vida relacionada con la salud en pacientes y sobrevivientes de cáncer. Sin embargo, los beneficios del entrenamiento físico pueden variar según el tipo de cáncer y el tratamiento; la etapa de la enfermedad; el modo, la intensidad y la duración del programa de ejercicios; y el estilo de vida actual del paciente.

Durante el tratamiento y después del tratamiento, el entrenamiento de fuerza y los estudios combinados de intervención aeróbica y de fuerza en pacientes y sobrevivientes de cáncer, tanto en adultos como en niños, han informado mejoras en muchas áreas:

Capacidad funcional (O2max) o rendimiento aeróbico
Fuerza muscular
Movilidad funcional
Nivel de actividad física
Flexibilidad–ROM (rango de movimiento)
Densidad mineral ósea
Composición corporal
Gasto total de energía
Pérdida de peso
Aumento de peso
Relación colesterol total: colesterol de lipoproteínas de alta densidad
Dolor
Fatiga
Bienestar psicológico

Por lo tanto, el ejercicio físico cardiovascular y de fuerza no sólo reduce la probabilidad de padecer diferentes tipos de cáncer, si no que además puede ayudar durante y después del tratamiento.

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